Para evitar confusión es bueno primero recurrir a la Biblia original en griego.
En la Biblia original en griego se usa la palabra σπέρμα (spérma). Esta palabra está catalogada con el código Strong griego #4690 y significa en la Biblia de Reina Valera de 1960:
linaje, descendencia, descendiente, semilla, simiente.
Si bien la palabra simiente está definida como "algo sembrado" o "derramado" (inclusivamente la «esperma» masculina) pero por implicación significa descendencia.
(Ver más detalles en el diccionario Strong griego)
La Biblia alemana traducida por Martín Lutero, versión de 1912, usa la palabra "Samen" (simiente).
Sin embargo el diccionario oficial Alemán-Español Langescheidt aclara que la palabra Samen en el contexto bíblico significa descendiente en singular y descendientes en plural (ver imagen).
Entonces cuando leemos a Gálatas 3:16 en la versión de Reina Valera de 1960 (RV 1960):
«Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: "Y a las simientes", como si hablase de muchos, sino como de uno: "Y a tu simiente", la cual es Cristo.»
tenemos que entender que la palabra simiente se refiere a la descendencia y no al "semen" o "los espermatozoides masculinos".
La versión Traducción Lenguaje Actual (TLA) contiene una traducción actualizada:
«Ahora bien, las promesas que Dios le hizo a Abraham eran para él y para su descendiente. La Biblia no dice que las promesas eran para sus descendientes, sino para su descendencia, la cual es Cristo.»
Tembién en la versión actualizada de la Biblia de Martín Lutero de 2017 ya se usa la palabra correspondiente "descendiente":
«Ahora las promesas a Abraham y a su descendiente está aprobada. No dice: "y a los descendientes", como si refirieran a muchos, sino se refiere a Uno: "y a tu descendiente" (ver Génesis 22:18) que es Cristo.»
Puede quizás algún crítico decir que el diccionario español no contempla bajo el término "simiente" a la descendencia, pero la Biblia es un libro espiritual y no hay que entenderla literal o materialistamente, sino en su verdadero contexto espiritual.
Si se usa ciegamente la acepción del diccionario "sémen", es decir, "conjunto de espermatozoides y sustancias fluidas que se producen en el aparato genital masculino de los animales y de la especie humana" podría llegar a creer que en los espermatozoides o en el líquido seminal de Abraham se encuentra Cristo. Pero sabemos que Cristo no es materia, sino Espíritu.
Otros podrían haber llegado a la conclusión que también en los jugos sexuales de la mujer se encuentra también Cristo. Pero toda esta posible visión errónea surgiría de tomar la Palabra bíblica en forma literal o materialista por no haber despertado el sentido espiritual que proviene del corazón.
Esto lo explica muy bien el apóstol Pablo en los versículos que escribe a continuación.
En resumen, Pablo explica que Abraham es una metáfora o un símbolo de la fe, y el descendiente de Abraham, Cristo, es decir, el Amor de Dios en nuestro corazón, es el fruto de la fe que hace que seamos justificados ante la ley.
Pues la ley mata, pero la fe salva. Nadie puede ser salvo cumpliendo la ley, porque todos siempre somos pecadores y merecemos la muerte. Por eso solo a través de Cristo, es decir a través del fruto de la fe viva, que es el Amor a Dios y al próximo podermos ser justificados antes Dios y ser salvos.
La fe es una dádiva gratuita. No hemos podido hacer nada para merecerlo, es un regalo de Dios que Jesús lo adquirió muriendo en la Cruz.
El fariseo que era un buen cumplidor de la ley no salió tan justificado ante Dios como lo hizo el pecador que, si bien nunca tomó la ley en forma estricta pero a través del dolor y el arrepentimiento, decidió creer en Dios y con fe entró en el templo a pedir que no fuera castigado demasiado por sus pecados.